“El mundo no debe acobardarse ante los horrores del 7 de octubre”, ha dicho este martes el presidente de EE UU, Joe Biden, en su intervención ante la 79ª Asamblea General de la ONU. Ha sido la única frase supuesta o pretendidamente rotunda en un discurso, el último como presidente ante este órgano, en el que además de su condición de mandatario saliente, Biden ha puesto especial cuidado en evitar nuevos problemas a Kamala Harris, si esta vence las elecciones de noviembre, y a fe que el escenario del Líbano al borde de una guerra total era lo último que los demócratas esperaban en la recta final de la campaña. Tal vez eso explique la tibieza de sus palabras sobre Oriente Próximo.