Christopher Hawking, trabajador de 31 años, espera con ganas el debate presidencial televisado de este martes entre la demócrata Kamala Harris y el republicano Donald Trump. Este vecino de Reading, una ciudad de mayoría latina en el corazón industrial de Pensilvania, es uno de esos mirlos blancos que pueden inclinar la balanza electoral y por los que se baten a muerte los dos candidatos en la recta final de la campaña: un votante indeciso en un Estado clave que asegura que irá a las urnas sí o sí el 5 de noviembre, pero que todavía no ha resuelto por quién. “Estoy esperando el debate. Estudiaré muy bien qué es lo que propone cada uno y entonces veré”, explica.