Los dueños de las grandes empresas de energía y las vinculadas a las finanzas tienen motivos para celebrar el primer año de Javier Milei como presidente de Argentina. Han sido las más beneficiadas por la desregulación económica y los beneficios impositivos aprobados por el Gobierno ultraliberal, aunque el premio gordo ha recaído en los evasores fiscales, para los que puso en marcha un generoso blanqueo de capitales que hizo aflorar más de 20.000 millones de dólares. En el otro extremo están los jubilados, empleados estatales y propietarios de pequeñas y medianas industrias, los más perjudicados por un modelo que ha recortado el gasto público y ha eliminado restricciones a las importaciones para derrotar a la inflación, un mal crónico de Argentina que asfixiaba a millones de familias.