Desaires en público, diálogo escaso, críticas que se disparan desde los medios y las redes sociales sin aviso previo, exclusiones en actos oficiales: la relación entre el ultraderechista Javier Milei y su vicepresidenta, Victoria Villarruel, se descompone día a día, desde hace meses. Aunque sin ataques directos entre ellos, el conflicto ya es inocultable y no lo disimulan ni en Casa Rosada ni en la presidencia del Senado, donde Villarruel ejerce la titularidad por mandato constitucional. Allí, en las dependencias del Congreso donde tiene su despacho, se siente confinada Villarruel, sin margen de acción política después de que Milei rompiese su promesa de campaña de entregarle el control de al menos dos ministerios. “Es como tener a una leona enjaulada”, dicen cerca de la vicepresidenta. La tensión entre las principales autoridades del Gobierno no es gratuita. En la última semana, la raquítica “tropa” parlamentaria oficialista perdió dos bancas y en ambos casos se cruzaron los temas que enfrentan a Milei y Villarruel.