Poco antes de que la vicepresidenta Kamala Harris reaccionara a la actuación de Joe Biden en el debate con una mentira piadosa (“Hubo un principio débil pero un final fuerte. Biden es extraordinariamente fuerte”), el gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom, uno de los principales colaboradores de la campaña del presidente, había calificado ya de “inútil” e “innecesario” el debate sucesorio abierto bruscamente entre los demócratas por el mal desempeño del candidato a la reelección frente a Donald Trump. Con el debate aún en curso, comentaristas políticos como John King, de la CNN, no tardaron en plantear la existencia de una corriente en las filas demócratas dispuesta a solicitar que Biden se haga a un lado antes de las elecciones de noviembre, lo que abriría un escenario desconocido, otro más en una campaña protagonizada también por un candidato que es delincuente convicto. Doce horas después de que la idoneidad del aspirante a la reelección se viera cuestionada, la campaña del presidente Biden y sus principales colaboradores se apresuran este viernes a silenciar el runrún de que lo mejor para el Partido Demócrata sería un candidato distinto.