En la tanda de penaltis, después de un partido áspero, con picos de vértigo escasos y sin goles, Francia se erigió en el rival de España en la semifinal de Múnich. Falló su lanzamiento João Félix, que parece que no encuentra suelo en su larga caída hacia la intrascendencia. A los puntos fue mejor Portugal, pero la Francia de Deschamps colecciona ya muchos partidos ganados sin merecerlos. Ahí está, en semifinales con tres goles a favor, uno de penalti y dos en propia meta de sus rivales. Nadie obtiene más con menos. Y eso que por fin se atrevió Deschamps a dibujar un rombo, con el hormigón por detrás de Camavinga, Tchouameni y Kanté, y Kolo Muani y Mbappé por delante.