El veterano Luiz Inácio Lula da Silva, con 78 años y en su tercer mandato como presidente de Brasil, vuelve a vestirse el traje de estadista para buscar una salida dialogada a la crisis abierta en Venezuela por las crecientes sospechas de que el chavismo se apuntó una victoria en las elecciones presidenciales del 28 de julio que correspondería a la oposición. El brasileño y la diplomacia de su país se han convertido en el principal nodo de múltiples movimientos internacionales con la mira puesta en aclarar, con las actas oficiales en la mano, quién ganó. Y que el contencioso se resuelva de manera pacífica y entre venezolanos, mediante una negociación entre el Gobierno chavista y la oposición.