En todo el mundo, con contadas excepciones, los Gobiernos de los países democráticos pierden las elecciones. Tras la pandemia y la oleada de inflación más intensa en cuatro décadas, el descontento ha cundido entre amplias capas de la población y se propaga por las redes sociales. Si hay alguien capaz de canalizar la frustración como nadie es Donald Trump. A lomos del daño causado por las subidas de precios y con la inmigración masiva como chivo expiatorio de casi todos los males, el republicano ha ganado las elecciones presidenciales de Estados Unidos de forma rotunda, inmune a los escándalos. Se ha apoyado en el voto de los ciudadanos de rentas bajas y sin estudios universitarios, con un apoyo de la clase trabajadora que se extiende de los blancos a latinos y afroamericanos.