Casi mejor que Ursula von der Leyen haya cancelado, a última hora, su asistencia a la reapertura de Notre Dame este sábado. El enfado del presidente francés, Emmanuel Macron, con la jefa de la Comisión Europea es de tamaño catedral parisina después de que la alemana haya ignorado el non francés a la firma del tratado de Mercosur. Una acción que desde París se ve hecha casi con nocturnidad y alevosía —Von der Leyen mantuvo silencio sobre su viaje hasta que se plantó en Montevideo el jueves— y justo cuando Francia aún digería, atónita, el derrumbe del Gobierno de Michel Barnier apenas tres meses después de su designación. A la crisis política de la segunda economía de la UE se une ahora la indignación por el acuerdo con Mercosur.